miércoles, 21 de noviembre de 2012

TRI MD CABO DE GATA 21 octubre 2012

         
         Desde que se publicó el calendario de pruebas del 2012 teníamos claro que este triatlón había que hacerlo. Llevamos muy poco tiempo en esto, apenas habíamos hecho unos cuantos triatlones y no sabíamos cómo nos las íbamos a apañar para preparar una Media Distancia, pero un evento de este tipo no se podía dejar pasar. Correr en casa siempre es una motivación extra y si podíamos hacerlo todos los integrantes de CGM, pues mejor todavía. Este año hemos tenido pocas oportunidades de coincidir, en parte porque 3 de nosotros hemos sido padres por segunda vez y hemos estado más limitados, pero esperemos poder organizarnos mejor el año próximo.
         
          Personalmente llegaba a esta fecha con el bagaje justo para cumplir el expediente, con unas 3 semanas de buena continuidad tras muchos períodos más bien flojos. Seguía encontrándome bien en el agua tras el puntito que me dio nadar en el mar en verano y regular en bici y carrera a pie. Una salida semanal de 2h-2h30’ en bici es muy poco para preparar una prueba de esta envergadura. 

Aunque amenazaba lluvia, nos plantamos el sábado por la tarde en San José con la intención de dejar las bicis en boxes. Los que no llevábamos el casco no pudimos hacerlo, ya que al parecer el “control de material” incluye bici, casco y dorsales. Siempre se aprende algo. Entre unas cosas y otras nos perdimos el coloquio con Rafa Lao y Raúl Amatriain y la reunión técnica.


Unas caras más relajadas que otras, la tensión se palpaba en el ambiente

Ya el domingo llegamos con tiempo (todos menos Matías, que tuvo que volverse a Aguadulce a por las zapatillas de la bici y casi no llega), preparamos las cosas, saludamos a los conocidos y no ponemos el neopreno. Eso los que tenemos, jaja, porque los valientes José Antonio, Matías y Pepe Casas no gastan de eso. Nos dirigimos a la playa y, sin calentar, nos vamos colocando conforme nos llaman por orden de dorsal, un procedimiento poco operativo que retrasó la salida un buen rato. El viento empezaba a coger intensidad y muchos mirábamos al mar pensando en lo que nos esperaba en la bici.

Inmerso en esa preocupación se da la salida. Había que dar 2 vueltas a un triángulo de boyas, saliendo a la arena entre vuelta y vuelta. Pongo un ritmo cómodo para empezar, ya que no había calentado y temía que el neopreno me cargara demasiado los hombros. Decido seguir así la primera vuelta y ya veríamos en la segunda. Mi mala orientación general se acentúa de forma alarmante en el agua y me viene bien nadar con un grupito que lleva un ritmo parecido al mío. Voy intentando deslizar mucho y gastar lo menos posible, cómodo en el grupo y la primera vuelta se me hace corta, salida a la playa y veo que llevo gente por delante pero no voy mal. Sigo igual en la segunda, ahora pensando en reservar para coger la bici en buenas condiciones y continúo cómodamente en el grupo, saliendo del agua, al igual que en Carboneras, con Iván del Tri El Ejido. Puesto 40 para 32’20’’, contento con mi rendimiento en esta disciplina.

                             Terminaba la parte plácida y tocaba empezar a sufrir

Paco hizo una buena natación en 38’40, disciplina en la que ha mejorado mucho este año y en la que todavía tiene margen para seguir progresando. Los intrépidos que desafiaron al frío sufrieron más de lo deseable en el agua. Matías y José Antonio salieron muy cerca el uno del otro, rondando los 44’ y Pepe, con una considerable hipotermia, en 51’. Nuestros colegas de El Mazo también estuvieron bien, Alberto salió en casi 36’, mi hermano Jose en 38’ y Javi Baños en 40’.  

                      Matías, José Antonio y Pepe, de los pocos valientes que nadaron sin neopreno 

Tras una transición sin mucha historia había que enfrentarse al plato fuerte de la jornada; 80 km de bici, muy duros por el viento y las continuas subidas y bajadas y de una gran belleza. Los que “nos hemos criado” en Cabo de Gata hemos pasado en muchas ocasiones por allí, pero no por eso dejamos de disfrutar ese entorno cada vez como si fuera la primera. San José, el mirador de la Amatista, Rodalquilar, Las Negras y Aguamarga son lugares que habrán dejado huella en muchos de los participantes desconocedores de la zona. La verdad es que inmersos en la carrera no daba mucho tiempo a contemplar el paisaje. Yo tenía claro que debía ser muy conservador, ya que en bici estaba flojo, tal y como comprobé en los últimos entrenos del fin de semana anterior. A la ida hacia Aguamarga el terreno era más bien favorable y el viento daba de cola, así que sin gran esfuerzo se cogían velocidades de vértigo y los kms pasaban rápido. Aún así, ya desde el principio, empezó a adelantarme gente y esa fue la tónica general durante todo el recorrido. Sigo alucinando con el nivel que tiene la gente en bici. O la peña tiene mucho tiempo, o son unos máquinas o yo soy un paquete, quizás un poco de todo.

                             Subiendo la Amatista, todavía no me habían adelantado muchos

Tenía curiosidad por ver cuándo me iban adelantando los colegas y esa curiosidad se fue satisfaciendo poco a poco porque me adelantó hasta el Tato. Alberto me quitó las pegatinas en Fernan Pérez, pero yo seguía a lo mío. El giro en Aguamarga tenía como premio unos kms de subida con viento de cara que terminaron por dejarme claro que no iba a tener piernas para apretar al final y remediar un poco el pobre papel que estaba haciendo sobre la flaca. Me pasó Javi y al poco mi hermano. Ni siquiera me planteé coger referencias, ya que cada vez que intentaba subir un punto las piernas se negaban. Bastante tendría con luchar contra el viento y mantener la motivación para la carrera a pie. Los últimos kms fueron un pequeño calvario, dudando incluso de si tendría fuerzas para correr. Con más pena que gloria llego a la T2 con el parcial 212 (ahí es ná) en casi 3h03’.

Hago una transición tranquila y, cuando voy a salir a correr, me llevo la alegría del día: veo que llega Paco, que también ha hecho una buena bici. Puesto que yo no voy muy allá y el tiempo final no es lo más importante, echo a trotar esperando a ver si Paco me alcanza rápido y podemos hacer juntos la carrera a pie.

Matías y José Antonio también hicieron una buena bici para el entrenamiento que llevaban, en 3h07’, por delante de casi 100 participantes. Éste último protagonizó la anécdota del día siendo sancionado por no llevar el casco bien abrochado en la T2. Aunque el problema es que se había roto la hebilla, tuvo que parar 5’ en el “penalti box”, donde hizo buenas migas con la jueza que había allí. Por su parte, Pepe pagó la hipotermia inicial y el hecho de llevar una bici que no era la suya, además con ruedas de perfil.

Los “Mazos” demostraron su casta ciclista: Javi Baños, con 2h41’, Alberto con 2h45’ y Jose con 2h49’ se salieron en este sector.


Paco Granero, concentrado en la lucha contra el viento
                                      

Matías, en plena escensión
                                         

José Antonio fue siempre apretando los dientes
                                                      

Pepe Casas remontando tras entrar en calor
                                         
Alberto se salió en el sector ciclista
 
Jose redondeó la exhibición ciclista de El Mazo

Paco me alcanza realmente pronto y comenzamos la montaña rusa que la organización nos había preparado por San José. Vamos conservadores y hacemos andando alguna cuesta especialmente empinada. Nos vamos cruzando con gente y vemos que todo el mundo va más o menos tocado. Tras 5 km bastante duros entramos en la pista que lleva a Mónsul, donde el viento pega fuerte de cara. Nos cruzamos con los primeros y vemos que casi todos van muy justos. Raúl Amatriain ha petado y no va entre los 5 primeros. Nosotros seguimos a lo nuestro, con la mirada puesta en el siguiente avituallamiento. Vamos hablando algo, no mucho, aunque solamente la compañía ya hace que el sufrimiento sea más llevadero. El paisaje es una maravilla, pero la vista se centra más en pisar bien entre las piedras sueltas que en recrearse con el entorno.

Sobrados, sin perder la buena cara durante todo el recorrido

Nos llama la atención la mala cara que trae la gente, y eso que ahora tienen el viento a favor; eso es porque no nos vemos a nosotros mismos, jaja. Alberto nos hace un gesto de que va cascado y a mi hermano, unos 4’ por detrás, se le ve con cierta soltura dentro de lo que es su estilo. Si hubiera sufrido un poco más podría haber repetido la escena cómica de Elche, donde adelantó a Alberto sobre la alfombra de meta dándole un pellizco en el culo.

Alberto y Jose, posando para la foto; fuera de cámara llevaban peor cara

En estas llegamos al punto de giro, nos refrescamos un poco y tomamos aire para encarar la última fase de la prueba. Dejar de notar el viento en la cara es un alivio, pero las piernas van justas. Sólo nos interesa llegar, así que no nos merece la pena apretar porque sería arriesgarnos a reventar. Nos cruzamos con José Antonio y Matías, que van casi juntos y algo después con Pepe, al que le llevamos 8 km. Pensamos que se le va a hacer muy duro, pero estamos convencidos de que tiene lo que hay que tener para terminar.

José Antonio y Matías, dosificando las fuerzas que iban quedando

A esas alturas ya hablamos poco. Las piernas van justas, pero en ningún momento llegamos a tener problemas físicos ni a plantearnos el parar. Hace no mucho tiempo no podíamos ni imaginarnos que estaríamos a pocos km de terminar un triatlón de media distancia, y menos uno tan duro como este, así que sólo tenemos en mente una cosa: la meta. Cuando vemos el molino donde termina la pista de tierra nos da un pequeño subidón.

Un pequeño respiro antes de afrontar de nuevo las cuestas de San josé

Todavía nos esperan algunas cuestas por el pueblo pero la cercanía del final nos da un extra de fuerza. Llegamos al Paseo Marítimo, donde ya desde la distancia podemos distinguir los gritos de nuestras familias. Nuestras mujeres, los niños, mis padres, la familia Segura, Toto y Mª Ángeles nos dan el último ánimo ya en la moqueta.


Llegada triunfal, foto cortesía de Adelina, fotógrafa oficial del Tri El Ejido


Los saludamos con los pelos de punta y entramos juntos en 5h27’, aunque el lector de chip, sabiamente, me detectó a mí antes, jeje. Al final, puestos 161 y 162, justo en la mitad. Personalmente, muy contento por haber terminado con cierta solvencia, dentro de mis posibilidades, una prueba para la que no llevaba una preparación específica pero, sobre todo, por haber podido compartir toda la carrera a pie con Paco y ser testigo de su evolución en los últimos tiempos.

Misión cumplida!

10’ antes había entrado Alberto y sólo 4’ nos sacó mi hermano Jose. Al final no estuvimos tan lejos de ellos! Matías y José Antonio entraron en casi 6h07’ y con cara de haber estado de paseo; gran carrera la suya, una lástima el penalti box de José Antonio, quizás podrían haber optado a bajar de 6h. Espero que analicen bien este resultado y se convenzan de su gran capacidad.


Llegada con ritual de coger a los niños para entrar en meta

La hazaña del día la protagonizó Pepe Casas, no por entrar en 6h25’ sino por el simple hecho de llegar. Nosotros sabemos lo poco que ha podido entrenar, pero la clase también se demuestra sabiendo sufrir y sobreponerse a todos los contratiempos de la carrera, sobre todo cuando, estando acostumbrado a andar fuerte en bici, se llega lejos del mejor estado de forma.

Para completar el pleno nos faltó Gabri, baja por un inoportuno esguince. Lo echamos de menos en carrera y entre el público, aunque seguro que estaba en algún lugar muy justificado

También fue destacable la actuación de los colegas de El Ejido, grandes triatletas y mejores personas.

Es un auténtico lujo poder compartir estas cosas con un hermano y con amigos de toda la vida. CGM ha sido un equipo de voleibol y ahora es un grupo de triatletas pero, sobre todo, es una pandilla de amigos con origen en Cabo de Gata y que necesitan poco para emprender cualquier reto, especialmente si es compartido.

Equipazo

Desde aquí queremos agradecer a nuestras mujeres el apoyo a la hora de exprimir el poco tiempo disponible para poder disfrutar de esta afición. Susana, Lola, Mariu, Trina y Pati son una parte fundamental de esta locura colectiva. Sin ellas esto tampoco sería posible 

Más que un grupo de amigos, una gran familia